diciembre 08, 2004

ALJIBE [con eco y todo]

Miro el espejo y reconozco en él un rostro. Nariz, boca, y dientes familiares. Y es un sus ojos que todo empieza a cambiar. Los días pasan por ellos como enlentecidos años. Los años pasan por ellos como fugaces días (incluso, minutos). Nace de su profundo tinte marrón una lágrima que se camufla con sus pestañas. Largas las recorre de principio a fin y de vuelta sin prescindir de un solo milímetro.
Hay una profunda cavidad en el ojo. Un agujero negro que come esas lagrimas como ya ha tragado tantas otras. Y allí se acumulan tantos mares de años. En sus ojos adolecentes se ve la furia, el temor, la angustia, la tristeza, la represión, el odio.
Pero aún este rostro sonríe. Sonríe y muestra cada uno de los blancos dientes. Y sigo viendo las lágrimas ahogadas en el fondo de su pupila. Mueren, renacen y vuelven a morir en una eterna rutina.
Y asi se repite. Todo se repite. Todas las horas. Todos los días. Todos los años.
No llores,niña. Tambien a ti te llegara tu descanso.