junio 30, 2004

Lilandra

[Me levanto y camino hacia la luz penetrante en mi ventana blanca. El resplandor amarillento me enceguece tibia y placenteramene mientras el aroma de la mañana penetra por mis fosas nasales, recorre mi mente y llega al cerebro para enviar el mensaje de felicidad: Nesquik y medialunas. Dejo de lado mis pantuflas rosadas y marcho a la rutina de disfrutar un desayuno. Disfruto cada uno de los bocados como nunca los habia disfrutado: mastico una y otra vez la masa dulce de la factura... siento como cada sorbo del brebaje olímpico penetra mi ser, recorre mi sistema hasta hallar por fin descanso en el mar de mi estomago...Una vez terminado el ritual divino, camino hacia los libros esperandome calmos en el regazo del sillon. Temas clásicos: Historia mundial contemporánea, Literatura de todo tipo, Sociología, algo de Química y algo de Matemática. Me hundo en la lectura. Una hora, Dos horas, Tres horas...llega al grito de ¡a comer! el esperado receso. No hay más pasto que cruzar, no mas ramas, ni espinas. La sequía antes contemplada se convierte en un oasis de queso fundido y pastas de alto contenido calórico... Continúa la tarde. El sueño en dibujitos animados aisla mi mente del silencio de mi casa: vuela un mosquito recorriendo Berlín, Roma, Londres, cruza el océano a Nueva York para llegar a Washington y provocar la enfermedad de cierto dirigente político. Llegado su destino, retomo mi "yo" y me incorporo. Una tranquila tarde, una tranquila noche. Al caer el sol la idea de dormir sin luchar contra ningun agente externo molesto. Tomo media medida de Tía María, apoyo la cabeza en la suavidad de las plumas y cierro los ojos] He muerto.